El roble de Merles es una auténtica curiosidad: edad gigantesca, monstruosa, canónica.

De hecho, el 10 de julio de 1579, Enrique de Navarra, escoltado por 44 jinetes y acompañado de la reina Margot, su esposa y una suite de bellas damas y caballeros, se detuvo a la sombra del roble que lleva su nombre, en Merles. La historia de la comida gigantesca que comió el día anterior se cuenta a pocos metros de este árbol centenario.